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Según cuenta la leyenda, hace muchos, muchos años, un perverso y colosal dragón atemorizaba a los habitantes de la villa de Montblanc, un pequeño municipio del interior de Tarragona.

La bestia se había instalado a las afueras del pueblo, infectando el aire y el agua con su aliento, de tal manera que acababa con la vida de todo y todos con un simple soplo.

En su búsqueda incesante de más y más alimento, aquel temible dragón cada vez se aproximaba más a las murallas de la villa, por lo que los vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo apartado.

Empezaron dándole de comer ovejas, cuando éstas se acabaron, siguieron con los bueyes, y luego con los caballos. Pero llegó un día en el que ya no quedaban animales y no tuvieron más remedio que empezar a sacrificar a los propios habitantes del pueblo.

La selección se hacía por sorteo, los nombres de todos los vecinos estaban en un puchero, y cada día una mano inocente decidía quien moriría la mañana siguiente. Nadie estaba libre de caer ante el dragón. Ni siquiera el rey o la princesa. Princesa a la que cierto día el azar escogió para aplacar la voracidad de aquella criatura que tanto les atemorizaba.

Unos dicen que el rey lloró y suplicó a sus súbditos por la vida de su hija, pero que de nada le sirvió, ya que no era el único padre desconsolado. Otros cuentan que el rey entregó a su hija con valentía y entereza. Sea como fuere, la joven salió de las murallas y se dirigió hacia su triste destino.

Cuando el temible dragón se hallaba a punto de abalanzarse sobre la princesa, apareció un apuesto caballero de brillante armadura, a lomos de un corcel blanco, y, con valentía y aplomo, arremetió contra la inmensa bestia, terminando con su vida de un certero golpe de lanza.

De la sangre del dragón brotó un rosal y de sus ramas nacieron preciosas rosas rojas. Jordi, que es como se llamaba el caballero, obsequió con una de esas rosas rojas a la princesa a la que había salvado la vida.

Semejante gesta hizo que el santo caballero alcanzase fama y popularidad durante la Edad Media, y que fuese escogido patrón de la caballería y la nobleza.

Desde entonces, se celebra en Catalunya, y también en otros lugares del mundo, el día de Sant Jordi. La leyenda de Sant Jordi dice que los hombres tienen de regalar una rosa a las mujeres y éstas, un libro a los hombres.
Si bien, ya no siempre se cumplen esos roles, lo cierto es que todos los 23 de abril, en toda Catalunya se festeja por todo lo alto el día de los libros y las rosas.

Y hoy, 23 de abril de 2020, esta heroica leyenda cobra un nuevo sentido: este año no tenemos calles repletas de rosas y libros, de besos, muchos besos y abrazos, de paseos sin rumbo por el centro de Barcelona, cogidos de la mano de nuestros seres queridos. Pero tenemos un país lleno de caballeros sin armaduras ni lanzas, pero aprovisionados de inmenso coraje y profundo honor, luchando contra un dragón, esta vez diminuto, pero capaz de poner al mundo entero patas arriba.

Héroes de todo género, edad, profesión y procedencia que están luchando día tras día por acabar con esta temible bestia, entregando sus fuerzas y todo su tiempo para liberar a la sociedad de este dragón del Siglo XXI, al que, sin lugar a duda, ¡juntos, derrotaremos!

¡Feliz Sant Jordi / San Jorge a todos!